La prosocialidad es un término amplio que abarca la empatía intraespecífica, la tolerancia social, la cooperación y el altruismo, y constituye un rasgo de los humanos modernos. Estas facetas están asociadas a variaciones en los genes de la oxitocina y la vasotocina (OT y VT) y sus receptores (OTR-VTR).

Científicos de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Rockfeller han llevado a cabo un nuevo estudio con el fin de aclarar las bases genéticas de este comportamiento. Para ello, han comparado las secuencias genómicas disponibles de estos genes entre los humanos modernos, primates no humanos y, por primera vez, humanos arcaicos, para lo cual se han empleado todos los genomas disponibles de neandertales y denisovanos.

Los investigadores plantearon la hipótesis de que la evolución de determinados genes podría dilucidar la base genética de la evolución de la prosocialidad de los homínidos

El estudio, publicado en la revista Comprenhensive Psychoneuroendocrinology, los investigadores identificaron varias posiciones del genoma en las que los humanos modernos se diferenciaban del resto de grupos, y otras en las que los humanos, modernos y arcaicos, se diferenciaban de los primates no humanos.

Teniendo en cuenta tanto las pruebas sobre la prosocialidad de los humanos modernos como la implicación de los genes de la oxitocina y la vasotocina en los comportamientos sociales, los investigadores plantearon la hipótesis de que la evolución de estos genes podría dilucidar la base genética de la evolución de la prosocialidad de los homínidos.

Diferencias entre humanos y primates no humanos

Con este objetivo, el estudio trató de hallar las diferencias entre humanos modernos, humanos arcaicos y primates no humanos respecto a las regiones heterocigotas polimórficas del genoma humano. Se trata de lugares donde se encuentran al menos dos secuencias alternativas en una población.

“Los estudios anteriores que han comparado el genoma humano moderno en su totalidad con los genomas de los neandertales o los chimpancés se han centrado en los cambios que son fijos o casi fijos en los humanos modernos. Eso los ha llevado a identificar posiciones donde, por ejemplo, todos los neandertales tenían adenina (uno de los cuatro nucleótidos que, con la guanina, la citosina y la timina, forman el ADN) y casi todos los humanos modernos (digamos, el 98 por ciento) tienen guanina”, explica Constantina Theofanopoulou, primera autora del artículo.

“En este estudio, buscamos diferencias en posiciones donde, por definición, no todos los humanos modernos comparten el mismo nucleótido, es decir, en posiciones polimórficas, donde, por ejemplo, el 70 por ciento de la población humana moderna tiene adenina, y el 30 por ciento citosina”, detalla.

El resultado fue que algunas de las variantes son altamente funcionales, por lo que tienen un efecto en la función molecular de las proteínas activadas por estos genes

Los investigadores identificaron cinco posiciones en los receptores de oxitocina y vasotocina que eran únicas de los humanos modernos en una de sus dos (o más) variantes, en comparación con los humanos arcaicos y los primates no humanos.

Al mismo tiempo, estos lugares se encontraron en más del 70 por ciento de la población humana moderna actual. A continuación, los investigadores realizaron análisis funcionales y de frecuencia en los cincos lugares para evaluar si las variantes eran relevantes. El resultado fue que algunas de las variantes son altamente funcionales, por lo que tienen un efecto en la función molecular de las proteínas activadas por estos genes.

Estos hallazgos podrían ser relevantes para explicar algunas de las diferencias sociales entre los humanos modernos y lo que suponemos sobre los comportamientos sociales de los neandertales y los denisovanos.

La investigadora principal subraya que, por ejemplo “podrían ser relevantes para explicar los grupos sociales más pequeños que se atribuyen a los neandertales y los denisovanos, o la menor androgenización de los humanos modernos. También podrían ser significativas para explicar una organización social diferente”.

Por ejemplo, detalla que los neandertales se han relacionado con una estructura social poligínica y con un mayor nivel de competencia entre hombres en comparación con la mayoría de las poblaciones humanas modernas contemporáneas.